martes, 18 de diciembre de 2012

ESBOZOS DE UNA BAILARINA



Irantzu Rekalde, es  una chica vasca de 22 años que está viviendo en Madrid. 
En estos momentos estudia  Diseño de Interiores, pero en la entrevista nos  habla de su verdadera vocación, el ballet.






Comenzó a practicar ballet a los seis años por una confusión. A esa edad  formaba parte de
 un grupo de danzas vascas. Quiso compaginar esta afición con la gimnasia rítmica, pero por incompatibilidad de horarios, no pudo hacerlo, y por esa razón comenzó con el ballet.
La profesora Oiane Azkonizaga, fue muy importante para su aprendizaje. Le enseñó lo maravilloso que el ballet podía llegar a ser.

A partir de entonces su compromiso con esta disciplina adquirió una seriedad mucho mayor. Comenzó a disfrutar con el trabajo que les exigía. Tanto fue así, que solo dos años después se propuso preparar los exámenes de la Royal Ballet of London.

Años tras año, fue aprobando cada nivel al que se enfrentaba. Y cada pequeño éxito era una inyección de moral, de ganas de seguir trabajando, de seguir progresando. Fue este, quizá, el único momento en su vida en el que su afición pudo, en algún punto, dejar de ser vista de este modo para convertirse en la ilusión de poder vivir de ello. Un instante pasajero, pues pronto se dió cuenta de que ese simple hecho, el de que fuera solo una afición, era requisito indispensable para que su gusto por el ballet se mantuviese intacto.






 


¿Cuándo empezó su interés por el ballet de una manera consciente de lo que estaba haciendo?
Supongo que a los doce años, cuando alguien me dijo lo que era realmente el ballet y dedicó su tiempo a instruirme.

¿Ha cambiado el ballet su vida de alguna manera?

No puedo responder a esta pregunta al igual que el carpintero no podría saber cómo hubiera sido su vida si no lo hubiera sido. Bailo desde que tengo uso de razón y no soy capaz de imaginar mi vida de otro modo.

¿Cuántas horas al día le dedicaba al ballet?
Por lo general han sido dos horas diarias, pero en las épocas que hemos tenido que ensayar una coreografía o preparar un examen las clases no tenían fin y nos pasábamos mañanas y tardes en la academia.

¿Ha sacrificado algo en algún momento de su vida por el baile?
Sí. Como cualquier otro hobby al que quieras dedicar tu tiempo, el ballet exigía sacrificar otro tipo de actividades como quedar con mis amigas, asistir a excursiones del colegio… Recuerdo que cuando éramos más pequeñas no podíamos faltar ni para ir a las fiestas de cumpleaños de nuestros amigos.
 






  



Los qué se dedican a estas profesiones o utilizan su tiempo libre para ello tienen fama de perfeccionistas y mucha autoexigencia; Dígame si ese es su caso y si es así explíqueme en que lo nota.
Desde mi punto de vista no me considero una persona perfeccionista. En cambio, otras personas cercanas a mi no lo ven del mismo modo. Mi madre, por ejemplo, siempre me ha dicho que nunca estoy satisfecha con mi trabajo. Es posible que sea más autoexigente que otras personas que no se hayan visto sometidas a una disciplina, pero si tuviese que describir mi personalidad no resaltaría este rasgo.


¿Qué significa el baile para usted?

El baile siempre ha sido mi vía de escape, mi forma de liberar tensiones, de sentirme bien. Cuando bailo siento que estoy donde debo estar, disfruto del momento y me olvido de todo lo demás. Cuando bailo no existe nada, no recuerdo a nadie, solo disfruto de cada movimiento, de cada paso, de cada nota que me llega del piano. Independientemente de lo bien o mal que pueda hacerlo, me encanta, no encuentro otra actividad donde sienta algo parecido.
El ballet, para mí, es mi forma de expresarme, una manera de vivir que define todo lo que soy y en todo lo que creo.


Defíname el ballet con una palabra.

Libertad.

¿Qué siente cuando baila?

Me siento libre, en paz. Siento esa felicidad que te dibuja una sonrisa perenne en los labios, que te serena el alma, que te hace querer ser mejor persona. Siento la chispa necesaria para afrontar los problemas porque sé que, sean cuales sean, pasarán, pero yo seguiré bailando.

 
Dígame cuales son sus ejemplos a seguir dentro de esta profesión.

Me encanta Alessandra Ferri aunque no la consideraría como un ejemplo a seguir. Cada uno siente el ballet de una forma muy distinta, pretende, y a veces consigue, expresar unos u otros sentimientos, esta o aquella emoción. Nunca he pretendido ser ella, ni sentir lo que ella siente.

Hábleme sobre la sesión de fotos que aquí se muestra.

Lo primero que quiero decir es que las figuras que aquí se muestran no son, ni mucho menos, figuras de ballet. Puedo lograr muchas de ellas gracias a la técnica que ha llegado con los años de trabajo, pero su valor no pasa de lo meramente estético.

La sesión fue maravillosa. Nunca antes había hecho algo así. Ni siquiera algo parecido. Como ya he dicho, el ballet ha sido para mi un hobby. Verme convertida en el centro de atención de un plató, notar las cámaras de fotos y escuchar su sonido agudo, sentir el calor de los focos me hizo, por un día, creer que, de habérmelo propuesto, podría haber conseguido hacer de esto mi profesión, aunque fue solo eso, un instante en el que me dejé llevar, después recordé lo que significa ser bailarina profesional y volví a apoyar mi anterior postura.

 



Fuentes:
Entrevista: Iago Blanco a Irantzu Rekalde
Fotografías: José Machado

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